En el año 2030 Panamá se fijó como meta máxima tener un 35% de la flotilla de las concesiones autorizadas de autobuses funcionando con tecnología eléctrica y; además, al menos la mitad de flota pública tendrá que operar con base en esa misma fuente.
Los datos forman parte de la Estrategia Nacional de Movilidad Eléctrica (ENME) diseñada hace dos años como una hoja de ruta que contiene 24 líneas de acción que buscan incentivar el uso de vehículos (particulares y de transporte masivo) eléctricos.
El desarrollo de la implementación de la ENME se ejecuta mediante el Comité Interinstitucional de Movilidad Eléctrica (CIME) formado por 45 entidades del gobierno, la empresa privada y la academia, en la que se llevan a cabo estudios y propuestas en temas ambientales, educativos, de incentivos y financiamiento, normativas y reglamentaciones.
Además, recientemente la Asamblea Nacional aprobó en tercer debate el proyecto de Ley 162 que busca incentivar la movilidad eléctrica como una medida para reducir la dependencia de los combustibles fósiles (gasolina y diésel) en el sector transporte.
La ENME estableció una hoja de ruta de 24 líneas de acción que buscan alcanzar al 2030 cuatro metas referentes al despliegue de vehículos eléctricos en Panamá como; por ejemplo, entre el 25% y 40% de las ventas de vehículos privados tendrán que ser de modelos eléctricos. Además, del 10% al 20% del total de la flota de vehículos privados funcionarán con base en esta tecnología amigable con el ambiente.
Recomendaciones técnicas
De acuerdo con la Ingeniera panameña y especialista de la Sociedad de Potencia y Energía del
Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE PES, siglas en inglés), Guadalupe González, en ese país como en el resto del mundo “todavía el costo inicial del vehículo representa un obstáculo” para promover este tipo de soluciones de transporte.
“Sin embargo, el Gobierno brinda incentivos a la movilidad eléctrica, pero sería de mucha utilidad que la banca proponga también esquemas que permitan al ciudadano a acceder a tasas de financiamiento verde con mejores condiciones, cosa que al finalizar el pago del préstamo, el costo del vehículo eléctrico sea similar o menor al de uno de combustión”, afirmó la experta en la industria de IEEE PES quien; además, labora como Directora de Electricidad de la Secretaría Nacional de Energía de Panamá.
La especialista destacó que el crecimiento de este mercado en esa nación requiere de:
• Crear una red de estaciones de recarga a nivel nacional velando que todas cumplan con normas y estándares de calidad y seguridad que deben ser definidos, ya sea para instalaciones privadas o públicas.
• Fomentar la diversidad de marcas de vehículos eléctricos que entren al país, de igual forma velando que cumplan con normas y estándares de calidad que deben ser definidos.
• Ampliar la red de talleres mecánicos/electrónicos que puedan brindar los servicios de mantenimiento a vehículos eléctricos junto con la capacitación del personal técnico automotriz actual, a través de la creación de programas, carreras y cursos en los distintos niveles educativos (universitarios, vocacionales, bachilleres técnicos), iniciando con la preparación de los profesores.
• Promover que cada persona y empresa analice el costo-efectividad de migrar hacia la movilidad eléctrica porque al realizar dichos estudios se podrán percatar que a lo largo de la vida útil del vehículo eléctrico, se alcanza una reducción de costos de operación y mantenimiento en comparación con un modelo de combustible fósil, lo que brinda un balance positivo en favor del costo inicial del vehículo eléctrico.
Para la integrante del Directorio Mundial de IEEE PES el mercado de vehículos eléctricos en Panamá está en sus etapas iniciales, pero a partir del establecimiento de la ENME se “empezó a ver un incremento en los vehículos puramente eléctricos en el país, aunque desde años anteriores habían llegado otros que utilizan sistemas eléctricos y de combustión”.
La matriz energética del 2020 publicada por la Secretaría Nacional de Energía de este país indica que el año pasado se importó el 74% de la fuente energética total, siendo el 47,5% derivados del petróleo, el cual es utilizado en un 62,3% por el sector transporte.