Uno de los aprendizajes de la pandemia para el mundo del trabajo ha sido una especie de maridaje entre el trabajo tecnológico y el trabajo humano.
Estos Cinco meses de confinamiento y desescalada hasta llegar a esta nueva normalidad han sido, a buen seguro, los más intensos y extraños de nuestras vidas. Y, sin embargo, las decisiones que se han tomado en estos poco más de Cinco meses van a condicionar una parte sustancial de nuestro futuro personal y social para los próximos diez años. Nunca tanto había cambiado en tan poco tiempo, ni con tanta incertidumbre ni con semejante intensidad. Hacía muchos años, acaso siglos, que no nos sentíamos tan inermes, ni tan frágiles, ni probablemente tan comprometidos y solidarios como ahora. Uno de los aprendizajes de la pandemia para el mundo del trabajo ha sido una especie de maridaje entre el trabajo tecnológico y el trabajo humano. Si hasta la expansión de la COVID-19 ambos parecían excluyentes, de forma que nos estábamos preguntando hasta qué punto el avance de la tecnología haría desaparecer el trabajo humano, la pandemia ha demostrado que ambos han sido absolutamente necesarios. La tecnología ha permitido mantener una cuota de actividad económica y de servicios a la ciudadanía que hubieran tenido que cesar de no haberse desarrollado por medios telemáticos, especialmente por vía del teletrabajo; el trabajo humano de cuidados (profesionales sociosanitarios, empleo en el hogar familiar, cuidados de menores, dependientes y ancianos) ha sido esencial para preservar la vida, la salud y el bienestar de los enfermos y los ciudadanos confinados. En ambos lados, hemos encontrado claroscuros, como las brechas digitales o los empleos precarios y poco pagados que habría que remediar con urgencia. Pero también una certeza cara al mundo post-COVID-19: que el avance de la tecnología y el cuidado de las personas son dos fuentes fecundas de creación de empleos. Unos empleos para los que se necesitará formación de la población trabajadora, en este caso en competencias digitales y/o cuidado de personas. Este es el tercer elemento a destacar mirando al futuro: la necesidad absoluta e inaplazable de una mejor educación y una mayor y mejor formación de los trabajadores para que puedan tener oportunidades reales de acceder a los empleos que la revolución tecnológica y la economía de los cuidados pueden crear.
LO MEJOR ESTA POR VENIR .
Mónica Vélez
Director and Chief