El belenismo, una tradición que remonta sus raíces a San Francisco de Asís en 1223, es mucho más que una representación del nacimiento de Jesús; es un arte que fusiona historia, creatividad y devoción. Desde sus primeros orígenes en las catacumbas romanas, hasta su consolidación como práctica popular en Europa y América durante el siglo XVIII, los belenes han evolucionado como reflejo de cada cultura, integrando detalles locales como guajolotes y nopales en América Latina.
Hoy, los belenes son auténticas obras de arte. Así lo demuestra David Pérez Alvear, un apasionado belenista en Panamá que dedica su tiempo y esfuerzo a recrear con precisión histórica el Israel del año cero. Su Belén, que ocupa el espacio de dos mesas de comedor, destaca por su atención al detalle, desde la arquitectura y vegetación hasta los accesorios hechos a mano. Cada figura, muchas de ellas importadas de Italia y España, cuenta una historia, desde sacerdotes judíos hasta soldados y mercaderes, mostrando la diversidad y riqueza de la época.
Con más de 150 piezas, David organiza anualmente un “Belén Shower”, un evento que invita a amigos y familiares a descubrir las novedades de su montaje. Para él, el belenismo es más que una tradición; es un legado que sueña con democratizar en Panamá, con la esperanza de que algún día exista una asociación que fomente esta práctica.
David destaca también el impacto de otros belenes en el país, como los de la Iglesia de San José y la Capilla de la Natividad en Boquete. Su pasión por el belenismo nos recuerda que, aunque este arte pueda parecer costoso, su verdadero valor radica en la capacidad de unir, inspirar y mantener viva una tradición que trasciende generaciones.
Fuente: Team Inversiones & Negocios