El relevo está garantizado. Charlie Woods tiene 13 años. Es una gran promesa. El hijo de Tiger apunta a continuar su legado en la PGA y a heredar sus patrocinios. Entre tanto, su padre, aún facturó 68 millones de dólares fuera de la competición en un año.
Su participación en las últimas tres ediciones del PNC Championship con su padre le han situado en el ‘spotlight’ para especialistas, profesionales y aficionados del mundo del golf. El propio Tiger confesó en el ‘The Match’ de diciembre, en televisión nacional de máxima audiencia, que su hijo ya le había superado jugando unas semanas atrás.
En los últimos meses hay un evidente interés por parte de Tiger de exponer a ‘su cachorro’, pero a su vez le protege de las inevitables comparaciones que solo pueden sepultar el potencial del chico.
Siempre le incentivó para que practicase otros deportes pero, una vez que se ha decidido por el golf, incluso le sugiere públicamente que no imite su swing: «No me copies a mí, copia a Rory (McIlroy), es el número uno del mundo, nunca le verás desequilibrado en un golpeo y le podrás pegar tan fuerte como quieras».
Cuentan que los planes de Tiger Woods a medio plazo pasan por retirarse del ámbito profesional, seguir disfrutando en los campos de Florida y centrarse en entrenar a su hijo.
Al mismo tiempo, quiere mimar sus nuevos proyectos, como la cadena de restaurantes ‘The Woods’, o TMRW Sports, el proyecto en el que se ha enrolado junto a Rory McIlroy con el objetivo de construir nuevas tecnologías relacionadas con el deporte, los medios de comunicación y el entretenimiento.
Saber invertir es una de las claves de los grandes deportistas que generan fortunas y Tiger es el golfista que más dinero ha ganado en premios como profesional, rozando a día de hoy los 120 millones de dólares. Pero esta cifra supone únicamente el 7,6% de sus ganancias totales.
Se calcula que con los patrocinios ha superado el billón y medio de dólares. Agarró ritmo muy rápidamente, y es que facturó sus primeros 100 millones de dólares a los pocos meses de hacerse profesional con veinte años, gracias a los contratos firmados entonces con Nike, American Express y Titleist.
Pero su mayor desafío será evitar que una losa de presión caiga sobre Charlie. En lo deportivo es una quimera pensar que pueda acercarse a lo que logró Tiger, pero es mucho más difícil aún que pueda alcanzar su nivel de ingresos y de reconocimiento social.
Tiger Woods sigue siendo uno de los tres integrantes del selecto grupo de deportistas billonarios , ‘club’ que comparte con Michael Jordan y LeBron James. Los únicos que, con ingresos reconocidos, han logrado alcanzar las diez cifras en su fortuna.
Ha logrado este hito sin necesidad de aceptar la mareante cifra que LIV Golf puso sobre su mesa desde Arabia Saudí. El propio Greg Norman confesó a The Washington Post que la propuesta era de nueve dígitos, acercándose a los diez.
Si se desglosa el origen de toda su fortuna, apenas el 10% proviene de su actividad y triunfos en el golf. La gran mayoría de los millones que factura anualmente Tiger Woods son por acuerdos comerciales con marcas como Gatorade, TaylorMade, Rolex o Nike.
Son patrocinios que permanecen vigentes independientemente de su participación o no en torneos, y que no se ven afectados por las largas ausencias para recuperarse, como en la que se encuentra inmerso actualmente.
Estas marcas quieren vincularse con Tiger porque no es sólo un deportista de éxito, es mucho más. El grueso de sus seguidores no son aficionados al golf, le admiran como figura pública y social, como icono del deporte, aquel que logró triunfar en un deporte por entonces elitista.
Su impacto no beneficia únicamente a sus propios bolsillos, también a los de los demás jugadores en los torneos en los que él participa. Es el llamado ‘Tiger Effect’, que levanta en un 30%-50% las audiencias televisivas, y consecuentemente también lo que las marcas pagan por aparecer.
Durante el último año y medio de recuperación, en el que a duras penas puede flexionarse para colocar la bola en el ‘tee’ de salida, se calcula que ha generado cerca de 68 millones de dólares en ingresos fuera de competición y ocupa el decimocuarto puesto de los deportistas mejor pagados del mundo.
En el entorno del golf, muchos piensan que algunas de estas marcas ya estarían dispuestas a ‘acompañar’ a Charlie Woods, pero existen normas que prohíben este tipo de vínculos comerciales con deportistas adolescentes.
De momento, el niño encara únicamente la parte deportiva del reto, y no es el único caso, pero sí el más mediático. Mientras algunos golfistas como el británico Ian Poulter comparten en redes sociales los avances de sus pequeños, otros como John Daly ya ha ganado el famoso PNC Championship con su hijo John Patrick de 19 años, considerado otra promesa con el PGA como destino.
Tiger está considerado el mejor golfista de todos los tiempos, el que más dinero ha ganado en premios en la historia del PGA, quien posee el récord de más semanas en el número uno del mundo (683), más victorias en torneos del circuito americano (82), el más joven en ganar el Grand Slam con 24 años y también en Augusta con veintiuno.
Ahora, en lugar de jugar con su hijo de manera discreta en campos de golf privados y manteniendo su anonimato, Tiger ha decidido que es útil sacar a su hijo a escena y que el planeta le vea con el palo en la mano. ¿Es parte de una estrategia para promocionar a Charlie?
El tiempo lo dirá. Lo cierto es que el único que puede heredar ese icónico polo rojo de los grandes eventos, así como los multimillonarios contratos publicitarios, es Charlie Woods.
Fuente : EFE SPORT BUSINESS